Vendrá, ese día de junio, y todos desearemos haber estado muertos para entonces.
Vendrá ese dia y nos encontrará dónde siempre y cómo siempre. Con las caras cansadas de hacer
siempre la misma tarea, con los ojos cansados de vernos siempre las mismas caras cansadas, con los oidos agotados de escuchar siempre las mismas agotadas palabras "¿cuánto falta para irnos?".
Vendrá ese día y nos encontrará como siempre, un poco autómatas y un poco filósofos, un poco
alienados-dedicados a la tarea y un poco existenciales, preguntándonos qué podríamos estar
haciendo si no tuviéramos que estar haciendo esto mismo.
Vendrá ese día, que todos sabemos que va a venir, pero ese mismo día todos lo habremos olvidado. Entonces nos tomará idiotamente por sorpresa. Caóticamente por sorpresa.
Van a empezar a volársenos los pelos de la cabeza, los lentes, los que usamos, los cables
de las manos, las teclas... van a empezar a volarse los techos de vidrio para que podamos ver
realmente lo que es el cielo.
Se van a cuartear las paredes y a quebrar los pisos y todo va a caer.
Al principio, advertiremos a algunos para que se protejan y no salgan heridos. Más adelante, solo cubriremos nuestras propias cabezas y nos pelearemos por aquellos lugares que consideraremos más seguros.
Al principio, nos vamos a mirar asustados, preguntándonos con los ojos como pidiendo misericordia "¿qué está pasando?", esperanzados de que alguno sepa contestar y tranquilizarnos. Luego, nos miraremos con furia, nos escupiremos las caras y sentiremos que el otro tiene la culpa de todo y que es quien debe ser sacrificado.
Entonces nos vamos a empezar a arrancar pedazos de carne los unos a los otros, nos vamos a roer los huesos como perros. Seremos perros. Vamos a tener las uñas más largas, hasta que parezcan garras y vamos a andar en cuatro patas con la cabeza gacha oliendo y buscando comida, gruñendonos si alguno deseara quitarnos una presa.
No va a quedar nada ni nadie sano, nada ni nadie a salvo, nada ni nadie humano... todos vamos a arrastrarnos por el suelo, perdiendo la capacidad de habla, perdiendo la capacidad de reflexión, solos con nuestro instinto. Seremos puro instinto.
Se van a prender fuego las vigas y las columnas, y las explosiones van a ser tan grandes y tan constantes, que habremos tenido la impresión de quedarnos sordos.
El olor a podrido nos va a quemar los ojos, nos va a hacer llorar lágrimas amarillas... nos va a hacer arder la cara. La cerámica del piso hecha polvo nos va a cortajear los pies.. caminaremos dejando senderos de sangre que brotará de nuestras heridas y de nuestra boca.....
Será el día más oscuro... será el día mas hedihondo.... será el día en que habremos deseado estar muertos.
Y el día después habrá pasado todo.
Alzaremos la mirada al cielo y lo encontraremos limpio y brillante, como una tarde de enero. El olor a podrido se habrá ido y nosotros estaremos de pie, erguidos, nuevamente, como los hombres civilizados debemos estar.
Esperaremos el colectivo a las 8 de la mañana como todas las mañanas y lo tomaremos lleno hasta las pelotas, como cada nuevo día.
Llegaremos felizmente con la cara a medio lavar, 7 minutos tarde y le regalaremos una sonrisa de plástico inútil a la recepcionista para que no nos diga nada.
Entonaremos nuestros habituales "buen día", "buenas tardes", "buenas noches" con la gracia de quien repite su número de dni en un trámite bancario.
El día después será todo alegría, estaremos serenos, estaremos tranquilos, estaremos en paz, enredados en nuestros cables, salvados por un techo de vidrio que nos dice "este es el cielo que te estás perdiendo".
Preguntaremos con gracia y chistes repetidos cuánto tiempo falta para irnos.
Nos preguntaremos por qué tal o cual se enferma todos los viernes de cada semana y qué habrá pasado, que todavía no está depositado nuestro sueldo. Ése que nos hace sentir lo mucho que vale nuestro trabajo. Ése, que nos dice, "esta tarea la podría hacer un perro, pero en vez de eso la estás haciendo vos aunque te tratemos como tal"
El día después será hermoso. El día después sera calmo. El día después nos hará llorar mansamente, mientras contemplamos la vida plácida y sin sobresaltos que recuperamos.
"Vos tendrías que estar agradecida.... tengo a 20 personas atrás tuyo esperando este puesto". Me volteo para mirar, y detrás mío el suelo hierve... hay una jauría jadeando, ladrando y babeando con rabia, esperando que dé un paso en falso para poder devorarme.
Ese es el día en que lucho Avilés deje de hacer sus programas, lo anuncia la Biblia
ResponderEliminarLa muchedumbre verá su rostro en el océano de los pecados, de los Altos Cielos bajarán los Jueces del Tiempo para decir "Ya terminó", y al unísono todos los habitantes de la Tierra escucharán como el retumbar de un tambor, absolutamente toda la discografía de Nubeluz de "pe" a "pa". Algunos se clavarán dagas en el vientre y otros gritarán "basta, por favor"...
ResponderEliminarMateo 21.11
quizás el octavo día es aquel donde el ser humano se hace cargo de su existencia...
ResponderEliminarGuau... tremendo, devastador
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